Historia de la casa

Tenemos constancia de que la casa se construyó en el año 1916 y costó unas 25.000 pesetas de la época ¡un dineral! Contaban los más viejos de Agoncillo que a finales del siglo XIX uno de nuestros antepasados era el contable de un marqués manirroto y jugador. Las gestiones de este nuestro antepasado salvaron, al parecer, de algunos apuros al marqués, quién en pago por sus servicios, le dio numerosas tierras alrededor de la villa de Agoncillo. No sabemos cuánto hay de cierto en esta historia, pero es recurrente cuando un buen vino de la tierra acompaña una copiosa y exquisita comida.

Emerenciano Nájera López (quien se quitó el “de Tejada”), hijo de Pedro Nájera Aguado y Josefa López de Tejada, y su esposa Anunciación Angúlo y Ruiz de Clavijo, en los albores del siglo XX, tuvieron tres hijos: Fernando, Pilar y Luis. A los dos varones les dio carrera, el primero ingeniero de montes, el segundo médico y, como no podía ser de otra manera en aquella época, la mujer no pudo estudiar pero recibió en herencia todas las tierras y la casa. Los dos hermanos pronto fueron a vivir a Madrid, mientras que Pilar Nájera Ángulo, casada con un joven maestro tras la guerra llamado Modesto Fernández Burgos, se encargaron de la gestión de las tierras. El fuerte carácter de Pilar era conocido en Agoncillo a quien llamaban en el pueblo “la Merenciana” en recuerdo de su padre, de ahí el nombre que le hemos querido poner a la villa, Villa Merenciana.

Modesto y Pilar murieron sin descendencia. Modesto solía decir que “a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos” así que la heredera de la casa fue Pilar Nájera Morrondo, médico, profesora emérita de la Escuela Nacional de Sanidad del Inst. Salud Carlos III, (primogénita del menor de los Nájera Angulo, Luis), nieta de Emerenciano, quien se hizo cargo de la casa que, tras una gran restauración a finales de los noventa, quedó prácticamente sin uso. En 2016 varios sobrinos de Pilar nos animamos a lanzar este proyecto de vivienda vacacional con el fin de poder evitar el deterioro de la casa y mantenerla viva. Para ello se ha recuperado la viña, los árboles frutales, restaurado y modificado los muebles, arreglado desperfectos para que el visitante, pueda disfrutar de la casa como nunca antes había sido posible.

Como curiosidad indicar que las dos ventanas de la planta baja de la fachada principal tienen sendas rejas con una “N” en referencia a la inicial del apellido de la familia: Nájera.

 

 

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